Disfrute de su texto

¡El subtexto es difícil!

Una de las cosas más complicadas de escribir es el subtexto; hacerlo bien requiere que uno divida su cerebro en dos partes, cada una debe escribir individualmente, después juntas esas dos cosas y esperar qué se entienda. El subtexto no debe ser demasiado obvio, porque jode todo.

Disfrute de la carne

Ver a los clientes llegar y comerse la carne sin saborearla es deprimente: esta es carne de semental que fue amasada para ser suave como la piel de un melocotón. Demore mucho tiempo haciendo que fuera blanda, tuviera la forma correcta y el sabor adecuado ¡El trabajo que me costó sacarle los gordos a la sobre barriga! ¡y Los aderezos…! ¡Fue difícil escoger los correctos! El calor no me impide jugar con las sensaciones: El color, los olores y los sonidos no son producto del engaño que causan los saborizantes y colorantes que mi competencia usa. Son verdaderos; producto de la cuidadosa selección que solo el tiempo y la pasión saben lograr.

Por favor, disfrute de la carne. Desmenúcela lentamente; hilacha por hilacha y centímetro por centímetro. Sienta la reacción al contacto; las pequeñas contorciones que tiene al tocar sus cubiertos. Huela los vapores que empapan el ambiente. Muérdala lentamente: las texturas, los sabores, los sonidos. Todo preparado para usted. Para que regrese.

Muchas cocineras odian preparar la carne: no disfrutan del proceso de arreglarla, cocinarla y servirla. Es entendible; no es un trabajo cómodo. Pero alguien debe servir la carne. Usted no come un corrientazo de la calle, con respeto a las cocineras, usted come un platillo elaborado por manos delicadas y diestras en el arte. Disfrutando de la carne me da las gracias una forma qué las palabras no pueden igualar. Coma de mí carne, ¡y disfrute en el proceso!

Un misterio arruinado

Acto tres: te necesito, lector

A mí me gustaría quedarme analizando mis textos. Pero eso no sirve para mejorar. Rompamos las reglas: ¿Qué está pasando en este texto? ¿Qué te provoca?¿Qué hay detrás? Lo único importante es que tu dedos hablen por tu corazón.

—Juanito. El villanito